HISTORIAS SIN CONTAR
SINOPSIS
Esta historia relata el particular reencuentro entre una de las hijas del alcalde del pueblo de San Pedro y el hijo de los dueños de uno del circo más importantes de la época. Marián y Miguel se conocieron cuando el alcalde del pueblo de San Pedro le abrió las puertas al circo de Las Tres Marías. La atracción entre ellos fue casi inmediata, pero su breve romance se ve ofuscado por los prejuicios de familias quienes terminan separándolos, sin embargo, los jóvenes conservan intacto el sentimiento por años. Esta obra contiene 4 capítulos de 7 minutos cada uno, aproximadamente.
CAPÍTULO I
Años atrás, Julia y Marcos García soñaron con tener un circo libre de animales, tenían la idea de crear un circo el más grande e importante de la época, para lograrlo usaron los ahorros de toda su vida, invirtieron en una enorme carpa, así como para adquirir material e invertir en los castings para conseguir actores y personas con habilidades únicas. La idea de este show era única y demasiado novedosa para la época, pues el público en general estaba más acostumbrado a presenciar actos populares en circos que exponían a grandes fieras y animales exóticos.
Después de meses de plantación y ensayos, con todo un espectáculo de dos horas listo, el equipo completo se sintió preparado para dejarse ver. Así fue cómo los García emprendieron su camino en la búsqueda de algún pueblo que se interesara en ver su espectáculo. Pero como era de esperarse, ningún pueblo se interesaba por el espectáculo que los García ofrecía, pues este circo se caracterizaba principalmente por ofrecer show de primera con más de cincuenta actores en escena que prometían dar un espectáculo único, sin el uso de ningún animal.
Fueron de pueblo en pueblo y fueron rechazados una y otra vez, los García estaban a punto de rendirse cuando alguien les dijo que fueran a pueblo de San Pablo. Pues era bien sabido que los integrantes de este pueblo eran amables y muy probablemente se podrían interesar en su espectáculo.
En efecto, el pueblo de San Pedro, fue el único que les dio el beneficio de la duda, este los dejo instalarse en el centro de su plaza para ver su espectáculo. Desde su inauguración el éxito del circo fue rotundo, los espectadores amaron el espectáculo, se corrió la voz y rápidamente el “Circo de las tres Marías” se convirtió en uno de los más solicitados en todo el país.
Desde aquel momento y en cuanto llegaron los recursos, el show de la familia García se fue haciendo más grande, fueron agregando más integrantes y calidad en sus espectáculos. Al siguiente año, por las mismas fechas del año anterior, el circo volvió a llegar a San Pablo, con un espectáculo aún mejor al anterior; el tercer año fue igual, y el cuarto y así poco a poco se volvió tradición inaugurar allí el show de temporada en el mismo lugar donde aquel circo debutó por primera vez.
Cada año durante la segunda semana del mes de febrero, el “Circo de las tres Marías” arriba al centro del pueblo de uno de los pueblos más productivos de la región. Tal y como la tradición de los dueños del circo lo marcaba, el pueblo de “San Pedro” era la sede para presentar el nuevo espectáculo de la temporada y sus habitantes de dicho lugar eran los afortunados en disfrutar siempre de las premisas de dicho espectáculo año con año.
Debido a la tradición, las principales autoridades del pueblo estaba obligadas a cooperar en todo lo que los miembros del circo necesitasen. A todos los integrantes se les permitía dormir en las casas de las familias que se permitían dar alojo. El alcalde Martínez y su familia desde hace un par de años los recibían en su hacienda con mucho gusto a los dueños del circo, la familia García. Conformada por Julia y Marcos, los padres junto a dos hijos: Miguel de veintiuno años y Natalia trece años. Para la celebración del 30 aniversario del circo Las Tres Marías, la familia García llego directamente a la hacienda del alcalde Martínez.
Fachada principal, Hacienda Martinez.
Irene Martínez, la esposa fue la encargada de recibirles. Para ella la familia García eran una visita muy grata y cada año los esperaba con mucha ilusión. La familia llevaba hospedándose con ellos a rededor de cinco años con ellos.
- Bienvenidos, a su casa.- dijo Irene entusiasmada de verlos una vez más.
- Gracias, querida.- replico Julia dándole un cálido abrazo.
- Mi esposo está trabajando, pero nos acompañará en la comida.- agrego Irene.
- ¿Dónde están Marián y Amelia, siguen en el internado?.- pregunto Julia extrañada de no ver a las hijas de Irene con ella.
- Así es, este es el último año de Marián, ya pronto terminamos con ella. Ami Amelia es a la que todavía le falta mucho.- agrego Irene y suspiro. Como sea, ya mande a ir por ellas, se nos unen en la cena.- agrego.
- ¿Qué hay de Rogelio?.- pregunto Natalia.
- Está en servicio con la marina.- respondió Irene orgullosa de su hijo mayor.
Miguel y Natalia conversaron un poco con la alcaldesa y después se fueron a sus habitaciones asignadas. Al llegar a su habitación aprovecho para descansar un poco. Después de dormir un par de horas, el joven comenzó a prepararse para el primer show de la temporada, haciendo estiramiento de cuerpo.
Miguel era un joven muy tranquilo, disfrutaba mucho estar en familia, el circo era su vida y desde temprana edad el también desarrollo en el ámbito artístico, como tal, no tuvo una educación normal, debido a sus contantes movimientos él y su hermana estudiaron a distancia, Miguel solo estudio hasta los quince años, después, se dedicó a nutrir sus habilidades artísticas.
Aprendió varios tipos de danza, música, ritmos y disciplinas acrobáticas, desde que dejo la escuela, el joven empezó a dedicarle mucho tiempo a todo lo que tenía que ver con el Circo, desde el vestuario de los chicos, las luces, la selección de música y hasta rutinas. También estaba completamente involucrado en la parte de las rutinas, le gustaba mucho convivir con los artistas, pues aprendía mucho de ellos en el día a día.
Aquella era la primera vez que Miguel debutaría como parte del reparto principal del circo. Estaba muy nervioso y feliz de por fin poder demostrar sus habilidades y junto a todo lo que había aprendido de sus compañeros artistas en el escenario.
La hora del espectáculo se acercaba, Miguel se asomó tras bambalinas y se intimidó al notar que tenían carpa llena, el circo estaba en su máxima capacidad, solo una zona estaba desocupada. Aquella zona estaba reservada para los invitados especiales de Julia y Marcos y al parecer aún no había llegado ninguno.
La hora del espectáculo se llegó, aquel año hicieron un “opening” con ritmos prehispánicos, simulando la historia del Popocatépetl e Iztaccíhuatl. Y el joven actor era pues quien aquella noche haría su debutó interpretando el personaje del gran coloso. La actuación de Miguel fue impecable, el joven se entregó por completo a su personaje de principio a fin y el público lo noto, respondiéndole con una gran ovaciono ante aquel primer acto.
Después del primer acto, antes de regresar tras bambalinas, Miguel miro hacia el palco privado de sus padres, el joven percibió a los lejos como sus padres y el alcalde y su familia le aplaudían, sin embargo, la atención de Miguel fue abruptamente interrumpida por una persona en particular. Se quedó impactado al reconocer aquella figura femenina de piel canela, cabellos castaños de ojos grandes y expresivos. Habían pasado muchos años desde la última vez que vieron. Sin embargo, el corazón se le llenó de alegría al verla de nuevo.
En cuanto el espectáculo termino Irene tomo a sus hijas: Marián y Amelia y se retiró del lugar, argumentando que “las niñas” tenían no podían desvelarse, puesto que tenían todo un día lleno de actividades por venir y necesitaban descansar. La hija menor, Amelia fue la más desilusionada al saber que partirían pronto, pues tenía muchas ganas de conocer a los acróbatas del circo, con la esperanza de que le enseñarán alguna de sus técnicas que le ayudaras en sus clases de gimnasia en la escuela.
- ¡Mami chula!, Amelia y yo nos queremos quedar otro rato.- dijo la joven Marián en tono suave.
- No niñas, tenemos que irnos ya mismo.- replico la madre levantándose de su asiento. Acto seguido empezó a despedirse de todos los invitados.
Amelia insistió por varios minutos, pero la madre no desistió, partió con sus dos hijas de regreso a casa. Durante todo el camino Amelia se la paso hablando del espéculo, y cuánto lo había disfrutado. También elogió la actuación de Miguel. Al escuchar los comentarios de su hermana, Marián no pudo evitar ponerse roja, pues esto le pasaba cada que pensaba en él.
Irene llegó a casa acompañada de sus dos hijas, al llegar se encontraron con una agradable sorpresa responsando en su sala, Rogelio, el hermano mayor y primogénito del alcalde Martínez. La madre no pudo contener las lágrimas de emoción al ver de nuevo a su hijo, habían pasado ya cinco años desde que este se había listado en la marina y desde en entonces solo sabían de por llamadas cortas que este realizaba cada cierto tiempo.
- Qué gusto tenerte de regreso hijo mío.- dijo Irene entre lágrimas. Las hermanas también se lanzaron hacia este. Fue un momento muy emotivo para los hermanos.
- ¿Dónde esta papa?.- pregunto Rogelio.
- Está con los García en el circo, hoy debutaron y mi mamá no nos dejó quedaron al catering.- replico Amelia inmediatamente, intentando exponer a su madre. Rogelio la miro con ternura.
- ¿Los García se encuentran en San Pedro?, ¡vaya, que grata sorpresa!.- exclamo Rogelio, mientras abrazaba a la más pequeña de sus hermanas.
- Es hora de descansar, Amelia.- dijo Marián mirando a su hermana.
Amelia se despidió de todos y se fue a su recámara sin replicar. La madre también se despidió de los hijos y se fue a dormir. Rogelio y Marián se quedaron conversando un rato con su madre. A Rogelio se le ocurrió salir a caminar por el centro del pueblo, Marián se ofreció a acompañarle, a él se le hizo una idea agradable salir con su hermana.
Los hermanos salieron de la hacienda al rededor de las nueve y media de la noche. Acordaron tomar un par de tragos para celebrar su reencuentro, se dirigieron a una taberna establecida en el centro del pueblo, muy conocida por su dueña, una viuda de ochenta años, quien a pesar de su edad era más cuerda y lucida que todos los que a menudo frecuentaban su bar. La llegada de los hermanos Martínez hijo que la misma dueña se levantara de su lugar para ir a darles la bienvenida, inmediatamente les ofreció un par de sus bebidas favoritas y los invito a pasar a el área privada de su local.
- ¡Qué gusto volver a verlos mis chicos!.- dijo la anciana mientras se sentaba en uno de los sillones.
- Hace tanto que no nos veíamos mi mujer cita bella.- dijo Rogelio mientras le daba un beso en la frente a la dueña.
- ¡Talita chula! Qué gusto volver a verle.- dijo Marián y le dio un cálido abrazo.
- Qué gusto verlos por aquí chicos.- dijo la anciana.
- Ahora ya tenemos edad.- dijo Marián en tono sarcástico.
- Aun recuerdo la última vez que tu madre vino por ustedes.- añadió Talita entre risas.
- Si después de eso Rogelio se fue derechito a la marina y un par de años después a mí me mandaron a un internado religioso, ¿puedes creerlo?.- le pregunto Marián a Talita con tono sarcástico.
- Ni modos hijos, así es la vida. Pero bueno, ahora relájense y disfruten mucho su estancia, están en su casa.- dijo la anciana.
- ¡Muchas gracias, mi chula hermosa!.- dijo Rogelio, completamente agradecido.
- Pueden venir y caer uso de mi área privada cuando quieran, los hijos del alcalde Martínez siempre son bien recibidos en esta casa.- dijo la anciana. Y se retiró del lugar.
Los hermanos se quedaron bebiendo un par de shoots de tequilas que la misma Talita les sirvió, conversaron un poco más.
- Qué tal va todo contigo, hermano?.- pregunto Marián mirando a su hermano con curiosidad.
- La verdad no me quejo, me va bien. Me han mandado a desmantelar casas de citas, casas donde trafican con niños y personas. Hemos luchado contra los embarques del mercado negro y varias cosas más. En general me gusta, pero siéndote honesto al principio lo odie, y sinceramente le guarde mucho resentimiento a mis padres por meterme en esto, pero, eventualmente le vi el lado bueno.- dijo el chico seguro de sus palabras.
- ¿Y cuál es ese lado bueno?.- pregunto el joven. Desembarco de sustancias ilícitas, ¡Tachas, perico y marihuana gratis, GRATIS!.- exclamo el chico y le brillaron los ojos de emoción. Marián miró con total desaprobación a su hermano.
- ¡Ay Rogelio, qué cínico!.- dijo la chica enfadada.
- ¿Qué tiene?, solo estoy viviendo la vida que mis padres querían, pero a mi manera.- dijo el joven un poco mareado por los tequilas.
- Tienes todo un “issue” por resolver eh, hay te encargo.- dijo la chica y se levantó de su silla.
- ¿A dónde vas? Espérate wey, estamos echando trago tranquilos.- dijo Rogelio sin moverse de su lugar.
- Por eso mismo, voy por otro cóctel, ¿gustas algo?.- pregunto Marián. Rogelio le dijo que no a señas.
Marián caminó hasta la barra y pidió dos mojitos, mientras esperaba aprovecho para terminarse la bebida que llevaba en la mano, un chico se acercó a ella y le invito un trago, pero ella, amablemente desistió y se movió del lugar, mientras esperaba sentada la chica vio entrar un grupo de personas considerablemente grande. Ella no tardo en deducir que se trataba de gran parte de los actores del circo, quienes evidentemente estaban allí para celebrar un exitoso opening más.
Miguel se fue a celebrar del éxito con el resto del cast del circo, los chicos acudieron a un bar local. El joven Miguel acudió a la barra a pedir una ronda shoots de tequila para todos sin embargo, un par de metros antes de llegar, la silueta de una mujer, muy familiar llamo su atención. Vestida con un vestido de corsé y grandes hondas y botines a juego, la chica tenía en el cabello lucio un moño del mismo tono que su vestido. Miguel se acercó inmediatamente hasta dónde la chica.
- ¡Marián Martínez en persona!.- dijo Miguel al reencontrarse con aquella vieja conocida. Al distinguirlo, la chica le saludo de manera diplomática.
- Excelente actuación Miguel, me dejaste perpleja.- agrego Marián con sinceridad. ¿Hace cuántos años?.- pregunto mientras se recargaba en la barra.
- Hace ya algunos cuantos.- replico Miguel. No inventes mujer, sigues igualita, ¡bien chula!.- elogio Miguel mirándola de arriba a abajo. ¿Sigues siendo una condenada?.- pregunto acercándose a ella.
- ¡Tú por qué crees que mi mamá me mando a ese internado!.- Argumento Marián dando un paso atrás y mismo tiempo que prendía un cigarro.
- ¿Por qué tan solita?.- pregunto Miguel y acto seguido el bar tender coloco las dos bebidas que Marián había pedido previamente.
- No vengo sola, Rogelio está en el privado, ¿te nos unes?.- pregunto la chica mirándolo a los ojos.
- ¿Shoot del reencuentro?.- pregunto Miguel al escuchar el nombre de Rogelio.
- ¡Así es!.- respondió ella.
- Clásico de Rogelio.- agrego Miguel recordando viejos tiempos.
Los jóvenes regresaron con Rogelio con una botella de tequila, limones y sal. Tomaron algunos shoots y estuvieron en aquel bar hasta que se llegó la hora de cerrar el lugar. Los jóvenes salieron un poco ebrios de lugar, caminaron por el centro de la plazuela hasta llegar a la hacienda. Al llegar, Rogelio se despidió de ambos, y fue el primero en irse a descansar, Marián y Miguel se quedaron sentados en uno de los corredores.
- Ha pasado tanto tiempo, preciosa.- pregunto Miguel mirándola con atención.
- Es una pena que el tiempo no se pueda detener.- respondió Marián sin darle la cara.
- ¡Qué bonita estas!.- explayo Miguel en un repentino acto de sinceridad. Marián sonrió sonrojada.
Los jóvenes conversaron por un rato, pasada la media noche, hablaron de todo un poco, sobre la política, algunos temas de economía y varias cosas más. Después de pasar un rato agradable, Miguel acompaño a Marián hasta su habitación, una vez allí, se despidió de esta y se fue a descansar.
Fin capítulo 1.
CAPÍTULO II
Aquella noche Miguel no pudo dormir, s la paso dando vueltas en la cama, le era imposible conciliar el sueño, no podía dejar de pensar en Marián, tenía impregnado su aroma y eso lo atormentaba. Para distraerse, en cuanto el sol salió, se fue al circo a preparar un poco para el show de la noche, estuvo practicando por un par de horas, hasta que, uno de las cortinas del circo se abrió.
El joven se quedó gratamente sorprendido al ver entrar a Marián, hasta el centro de la pista, donde este se encontraba practicando con un par de aros de metal y unas telas de más de 6 metros colgando cerca de él. Ante sus ojos, Marián era una chica muy particular. Ella no se tomaba nada en serio, lo que tenía de encantadora y carismática lo tenía de astuta y ladina, ni su madre le podía controlar, un día le encontró unas fotos comprometedoras y debido a esto último, fue internada en una escuela religiosa, unos cuatro años atrás.
- Fui a buscarte a tu cuarto, pero no te encontré.- dijo Marián mientras se acercaba al joven.
- ¡Oh si!, ¿Quién que dijo donde estaba?.- pregunto Miguel.
- Nadie, pero supuse que estarías aquí.- replico ella, jugando con una de las telas.
- ¿Dónde más podría estar?.- pregunto él.
- Exacto. ¿Dónde más, si no es aquí?.- agrego ella, mientras prestaba atención a su entorno.
- Tan hermosa como siempre, Marián.- agrego él. Ella lo miro con ternura.
- ¿Me enseñas a manejar estas cosas?.- agrego la chica, señalándole las telas. A Miguel se le iluminó el rostro al escuchar a la chica.
El joven no dudó en enseñarle a Marián sus trucos y todo lo aprendido, entre más tiempo pasaba, más se notaba la pasión que tenía por lo que hacia, y Marián, admiraba eso. Al menos uno de los dos está viviendo la vida.- pensaba la chica mientras miraba atenta cómo Miguel se expresaba a través de su propio arte.
Después de pasar parte de la mañana en el circo, jugando con los artefactos que tenían a su alcance a su alcance, los jóvenes fueron a desayunar juntos, ambos aprovecharon este momento para poderse al tanto de la vida del otro.
Se fueron a caminar al rededor de una laguna que se encontraba a las afueras del pueblo. Para Marián y Miguel era como si el tiempo no hubiese pasado, disfrutaban mucho su tiempo juntos, nos les costaba ningún trabajo entablar conversación, se sentían cómodos uno con el otro. Después de darle la vuelta a toda la laguna, los jóvenes se sentaron a la sombra de un árbol, una vez allí, Marián tomo el trozo de una rama y dibujo la letra M en la arena.
Después de darle la vuelta a toda la laguna, los jóvenes se sentaron a la sombra de un árbol, una vez allí, Marián tomo el trozo de una rama y dibujo la letra M en la arena.
- La M es de Marián.- afirmo la chica. Miguel miró aquel dibujo.
- Está bien como que le hace falta algo.- replico Miguel y añadió otra letra M encimada. Así está mejor.- añadió el joven mirando su dibujo con orgullo. Ella se quedó mirando aquellas líneas. Él la miro atento y pregunto, ¿Todavía me quieres, Marián?.- pregunto el joven. Al escucharlo, la chica suspiro.
- ¿A pesar de la distancia, las circunstancias?, ¿después de tanto tiempo?. A pesar de todo, te quiero Miguel.- replico ella, con lágrimas en los ojos.
Ambos se miraron a los ojos. Miguel se acercó lenta y delicadamente hasta Marián y le dio un tierno y prolongado beso. Ella respondió que beso sin decir una palabra, estaba emocionada pero tranquila. Ella volvió a probar el sabor de sus labios, y después de tanto tiempo el sentimiento permanecía intacto.
- Deberíamos de inmortalizar ese símbolo.- sugirió Marián sin dejar de mirar aquellos símbolos en la arena.
- ¿Por qué no?.- pregunto Miguel con un aire de seguridad.
Los jóvenes contemplaron aquellas líneas en la arena por un rato, hasta que el teléfono de Marián empezó a sonar, la madre de Marián le interrumpió argumentado que era hora de regresar. Antes de despedirse momentáneamente, Marián y Miguel quedaron de verse en el centro de la plaza de pueblo a las seis en punto.
La primera en llegar a la cita fue Marián, la chica apareció impecable, usando un vestido de manta que hacia buen juego con un par de sandalias del mismo color, llevaba el cabello suelto, luciendo un pequeño moño. Un par de minutos después, Miguel llego usando ropas casuales, con un aire de comodidad.
- ¿Estas lista?.- pregunto él mientras la recibía con un cálido abrazo.
- Sí, ¿pero, qué vamos a hacer?.- pregunto ella.
- Dijiste que querías inmortalizar nuestro símbolo, ¿cierto?.- pregunto Miguel, ella afirmó con la cabeza, sin entender muy bien lo qué estaba pasando.
Para inmortalizar aquel momento, al Miguel se le ocurrió hacerse un pequeño tatuaje minimalista, a Marián le pareció una maravillosa idea, los chicos no lo pensaron mucho. Juntos caminaron hasta un estudio que se encontraba cerca de la plaza principal. Los chicos estaba de suerte, el artista principal está disponible para atenderlos en ese momento. Marián le mostró la fotografía del símbolo que estos previamente se habían inventado.
El artista se puso manos a la obra, calco el diseño original y este le dio una forma más definida, tras mostrarles el resultado final, los jóvenes se dispusieron a inmortalizarse en la piel dicho símbolo. El primero fue Miguel, este se colocó el símbolo debajo del brazo izquierdo. Marián se lo coloco cerca de la pelvi. Al terminar, los jóvenes escucharon las recomendaciones generales del artista y salieron del lugar. Al salir los jóvenes fueron hasta una platería local y se compraron un par de nieves de limón. Se sentaron a comer su nieve en una de las bancas del centro, una ver terminado, los jóvenes caminaron de regreso a la hacienda.
Al regresar Irene y Julia ya les esperaban, molestas pues ninguno de los dos dijo a donde iba ni con quién. Y es que Miguel era mucho más tranquilo, para Julia, su madre era muy extraño que él se desapareciera sin decir nada; además, Marián le parecía una pésima compañía para su hijo. La chica sentía la presión de la mirada de la madre de Miguel, quien en efecto la hacía sentir como una mala influencia para el joven, sin embargo ella no podía evitar querer estar cerca del chico.
Marián se sentía atraída por Miguel, pero sabía que no era buena idea por la simple razón de que su madre se oponía. Aparte de que era mayor que ella, Irene también pensaba que una persona como Miguel con la carrera de acróbata de circo, la inestabilidad al no poder estar más de una semana en cada lugar y el ritmo de vida que llevaba no tendría un buen futuro, definitivamente no lo veía como candidato a pareja para alguna de hijas.
Marián no compartía la misma opinión con su madre, ella admiraba y valoraba el trabajo que Miguel hacia, pues ella sabía que una de sus pasiones era precisamente ser parte de los espectáculos que presentaba el circo, para el presentarse en el escenario de sus padres era muy importante.
En su segundo día de presentación, Marián le acompaño tras bambalinas todo el tiempo. Ella le ayudo a prepararse, lo maquillo, lo apoyo con algunos ejercicios de estiramiento y hasta se dio un tiempo de tomarse un vaso de vino con él.
- ¿Has pensado en un “nosotros”?.- pregunto Miguel mirándola a los ojos.
- ¿A qué te refieres?.- pregunto ella, confundida.
- Si, nosotros, estando “juntos”, como pareja, ¿lo has pensado?.- insistió él. Ella lo pensó por unos momentos.
- Sí.- dijo finalmente entre suspiros. Después de esto, la joven le planto un tierno beso en los labios que hizo estallar los sentidos de Miguel. ¡Suerte esta noche!.- agrego la chica y salió de su camerino.
Aquel beso motivo de manera considerable a Miguel quien dio un espectáculo aún mejor que el anterior. Mientras estaba en el escenario el chico se sentía pleno, realizado, estaba haciendo lo que más amaba y lo disfrutaba y por otro lado, Marián se había convertido en su musa. Después de finalizar el segundo espectáculo, Miguel invito a Marián a bailar.
Los jóvenes se fueron a un centro nocturno donde predominaba la salsa. Al llegar pidieron un par de mojitos y se acomodaron en una mesa. Después de un par de cócteles, Miguel se animó a sacar a bailar a Marián. La chica presumía de ser muy buena bailarina y por su parte Miguel había practicado, ya no era el mismo chaval de años atrás.
Marián y Miguel arrasaron con la pista de baile. El DJ les puso una conminación de diferentes ritmos y estilos, pero la pareja bailo todos y cada uno de ellos son problema. Aquella pareja se acomplejó tan bien que incluso parecía que llevaban años de práctica. Al final, la pareja se ganó los aplausos de todo el público y “free drinks” por parte de la casa.
Los jóvenes llegaron poco después de la una de la mañana a la hacienda, esta vez fue Marián la que se encargó de escoltar a Miguel hasta su habitación, una vez allí, la chica le quitó los zapatos y se encargó de que este se recostara.
Una vez postrado en cama, Miguel llamo a Marián y cuando esta le tendió la mano, Miguel la halo hasta él, dejándola postrada encima de él mismo. Al quedar tan cerca uno del otro, ninguno de los dos resistió el deseo de besarse. Ambos comparten un largo y candente beso acompaño de caricias subidas de tomo, impulsados por el deseo y el placer, el primero en ceder fue Miguel, argumentando que “no tenía protección”, ella no tuvo problema con esto último, le dio un último beso y se retiró a su habitación.
Fin capítulo 2.
CAPÍTULO III
Al día siguiente, como despedida, la familia de Marián organizo una excursión a caballo por los alrededores del pueblo. Pese a que en un principio la actividad en sí parecía un tanto anticuada, sorprendente se sumaron todos los integrantes de ambas familia. La salida fue muy amena, los García y los Martínez cabalgaron hasta uno de los lugares naturales más bonitos de la región.
Irene, Julia, Marián, Natalia y Amelia cabalgaron juntas durante todo el camino. Por otra parte El alcalde Vicente Martínez, Marcos, Rogelio y Miguel las escoltaron hasta llegar a su destino. En entre trayecto Rogelio y Miguel aprovecharon para conocerse más. Tenía mucho que no hablaban. Ambos estaban interesados en saber qué había sido del otro.
- Listarte en la marina tiene sus ventajas, mi amigo.- dijo Rogelio en tono sarcástico. Miguel lo miro con ingenuidad.
- Personalmente, creo que es admirable lo que haces.- dijo Miguel, reconociendo la labor del otro. A Rogelio le sorprendió aquel comentario.
- Gracias.- agradeció el chico. ¿Cómo termino tono entre tú y mi hermana?.- pregunto Rogelio, sin rodeos. Miguel no se esperaba con esa pregunta, pero tampoco le sorprendió.
- Pues nos quedamos un rato en el corredor, después me fue a dejar a mi cuarto, me quede dormido, ni sé en qué momento se fue.- dijo el joven completamente convencido.
- ¿Es todo?.- insistió Rogelio.
- Es todo. Puedes preguntarle a ella misma.- respondió Miguel. A Rogelio el vasto con la palabra de Miguel, en el fondo sabía que este era un buen chico.
- Está bien. Por favor, ¡no la lastimes!.- dijo Rogelio. Miguel lo miro perplejo.
Miguel encontraba enamorado de Marián y conociendo a su hermana, ante los ojos de Rogelio no podía terminar del todo bien.
Al llegar a uno de los valles del lugar. Irene y Julia se quedaron juntas y dejaron que todos los demás dieran un paseo libre, acordando una hora para regresar a comer. Todos cabalgaron por todo el lugar, Amelia aprovecho este tiempo para cabalgar junto a Rogelio, por su parte Natalia estaba haciendo lo mismo con su padre. Marián y Miguel se tomaron su tiempo para caminar por las orillas de aquel lugar, los jóvenes caminaron hasta llegar a una pequeña meseta cubierta de arena cerca del río, al llegar allí, los chicos se sentaron y disfrutaron de la armonía del lugar en silencio por varios minutos. Marián fue la primera en hablar, al expresar su sorpresa al encontrarse con arena por toda la zona.
Al preguntar, Miguel le explico la razón, puesto a que aquella agua venía del gran volcán, cerca de este lugar corría uno de los ríos más importantes de toda la región, esta era la principal razón por la que se podía encontrar arena cerca del lugar.
- Debiste ser profesor de geografía o algo así.- dijo Marián impresionada después de escuchar toda una reseña en boca de Miguel.
- Me alagas.- respondió el joven. Y tú como te la pasas en la escuela, ya me imagino las mega pijamadas lésbicas que se han de armar.- dijo Miguel en tono sarcástico. A la chica le resulto bastante hilarante aquel comentario.
- Todo lo contrario. Es muy rígido, tienen reglas muy severas y casi todo el tiempo me mantienen con actividades, incluso los fines de semana. Te sientes enclaustrado.- argumento la chica recordando su estancia en el convento. Pero solo un par de meses más, y seré libre.- añadió con esperanza.
- ¿Te puedo preguntar algo?.- pregunto Miguel mirándola a los ojos. Esta dijo que sí.
- ¿Por qué te mandaron al internado?.- pregunto. Marián se sonrojó con dicha pregunta. Con una sonrisa nerviosa respondió.
- ¿Te acuerdas de las fotos que te mande un par de días después de empezar nuestra “relación a distancia”?.- pregunto ella. Él asintió con la cabeza. Bueno, pues mis padres descubrieron esas fotos, fue todo un escándalo, lo recuerdo bien.- replico ella.
Tiempo atrás, poco después de que Vicente Martínez recibiera el cargo como alcalde del pueblo de San Pedro. Este empezó a ofrecer su hacienda a la familia García para convivir con ellos durante su estancia en el pueblo. Desde que Marián dé en aquel entonces 15 años y Miguel de 17 se conocieron se agradaron. Las madres lo notaron y al principio no les pareció del todo incorrecto, incluso les parecía una relación muy inocente, ambas familias les apoyaron al seguir su “relación a distancia”. Para los padres no era más que un juego de dos adolescentes. Pero, cierto día, Irene, buscando en la computadora de su hija, se encontró con una serie de fotos de su hija, posando semi desnuda, haciendo señales obsesas y en posiciones muy comprometedoras.
Encontrarse con dicho material en la computadora de su hija la hizo sufrir in breve colapso emocional que culminó en lágrimas. A la madre no le cabía en la cabeza la idea de que su hija se expusiese de esa manera, simplemente, reprobable. Irene tomó acciones inmediatamente, puso al tanto de la situación a Julia, ambas llegaron a la conclusión de que estos dos se estaban exponiendo demasiado y quizás era hora de separarlos. Poco después de hablar con Julia, Irene hablo con Vicente y con su apoyo, ese mismo día, sin permitirle siquiera despedirse, Marián fue enviada al convento de la Rosa para allí continuar el último año de secundaría y los otros tres años de preparatoria. Aquel internado fue el mismo donde Irene fue enviada cuando cumplió los trece años.
Pero ahora Marián estaba a meses de concluir su estancia obligatoria en aquel convento. Pronto sería libre para irse a donde ella quisiera y esto la emocionaba. La chica quería conocer el mundo, en aquel convento no solo le ayudo a ser más espiritual, también expandió su mente y le abrió las puertas a diferentes caminos. Había estado 19 años en San Pedro y ella quería salir de allí, soñaba con viajar, a toda parte donde sus pasos la llevasen. Internarse en una selva, trabajar en París, conocer Grecia. Últimamente, la chica había leído tanto sobre romance que tenía la fantasía de vivir un amor inmenso y apasionado.
- No quiero que te vayas.- exclamo Marián en voz alta. Miguel la abrazo al escucharla.
- Tampoco quiero dejarte.- confeso Miguel y se descubrió el brazo, mostrando su símbolo recién hecho. Marián hizo lo mismo, se descubrió un poco el abdomen y dejo ver el resultado de su tatuaje por primera vez sin el plástico.
- Toma mi mano y vamos a dar una vuelta por el universo, juntos.- agrego Marián mirándolo los ojos.
- Un día de estos, lo haré.- respondió Miguel, después de darle con un tierno beso en la frente.
Amelia interrumpió a los chicos, alegando que Irene los estaba buscando de manera frenética. Los García y los Martines regresaron de la misma forma en a qué llegaron, haciendo dos grupos. Una vez llegaron a la hacienda, todos se fueron a preparar, alguno para el último show, otros para la cena de despedida y otros más para el “after party” de despedida.
Marián y Miguel sabían que era su última noche juntos y para empezar los jóvenes salieron un par de horas antes del último espectáculo. Se dirigieron un bar cercano y tomaron un par de tragos. Poco antes de las ocho de la noche, Miguel se despidió con la promesa de encontrarse con ella después de finalizar el último acto del circo.
Para su última noche, Maria organizo algo especial. La joven con ayuda de un par de amigas, alquilo un cuarto cerca de las instalaciones del circo. Esa noche, la chica no estuvo en el espectáculo del circo, esta vez aprovecho aquel tiempo para prepararse para una sorpresa que previamente había organizado. Marián fue sorprendida por su madre saliendo de su casa, mientras esta llegaba del circo.
- ¿A dónde vas?.- pregunto Irene a su madre, acompañada de la mano de Amelia.
- Ahorita vengo, ¡mami chula!.- respondió Marián sin dejar de caminar.
- ¡No te vayas a meter con el hijo de Julia por favor!.- exclamo por fin la madre, preocupada por su hija. Marián se limitó a escucharla, no dijo nada, siguió su camino.
- ¡Déjala mami!, ella sabe lo que hace.- dijo Amelia a su madre, de manera sensata.
Cuando Miguel termino el show, se tomó su tiempo para despedirse de la gente de San Pedro. Una vez libre reviso su teléfono y se encontró con un mensaje de texto de Marián con un par de coordenadas que le llevaban a un lugar que se encontraba a unos 500 metros desde donde este. El chico siguió las coordenadas que la chica previamente le envió. Llego hasta la entrada de una casona aparentemente abandonada, un camino de velas le guio hasta una enorme puerta de madera. Al llegar el chico toco la puerta. Una vos al interior le invito a pasar.
El joven abrió la puerta para encontrarse con interior lleno de veladoras al rededor de toda la pieza, al fondo había un par de grandes puertas de cristal resguardaban la habitación principal. Cerca de una de las ventanas se encontraba una tina de baño con agua caliente, lista para ser utilizada, a lado de esta una pequeña mesa de madera con una cubeta llena de hielo, con una botella de vino reposando en el interior de la misma y dos copas de cristal. A lado un par de sillones de estilo vintage. Ponte cómodo.- dijo una voz de otro lado de un gran biombo que se encontraba a lado de la tina. Miguel inmediatamente tomo la palabra.
El joven sirvió dos copas de vino y se sentó en uno de los sillones a degustar una de las copas. Dentro del lugar se empezó a escuchar música, una “lista de reproducción” de Carlos Santana. A Miguel le agrado dicho detalle, minutos después, Marián salió detrás del biombo vestida con una reveladora ropa de cama. Para que la noche, la chica uso un conjunto de lencería con encajes rojos en dos piezas, acompañado de un corsé ajustado, medias, ligero y bata del mismo color, el tono de piel de la chica y el color de sus labios resaltaba de manera considerable.
Al verla Miguel no pudo evitar sentir de excitación, Marián se encontraba allí, mostrando su cuerpo sin complejo alguno, llena de seguridad, de pie frente a él mostrándose como solo ella misma, ante sus ojos, Marián se parecía una Diosa. Tal vez tengas que irte mañana, así que, hagamos que este momento dure para siempre.- dijo la chica y se lanzó a los brazos de Miguel.
El joven la recibió entre sus brazos acompañados de candentes caricias y besos apasionados, poco a poco ambos sucumbieron al placer, dejando las ropas al rededor de todo el cuarto. Los chicos disfrutaron de la tina, se bañaron en ella y al terminar el vino, se dirigieron a la cama. Por primera vez, ambos se entregaron a la pasión de momento, él se dio gusto en diferentes ocasiones y de diferentes maneras y ella gozó cada minuto embriagada de placer. Ambos disfrutaron de una noche de placeres ininterrumpidos, no durmieron nada, cuando la hora de irse se llegó, los chicos se apresuraron a vestirse.
- ¿Esperarías por mí?.- pregunto el joven mientras se ponía los pantalones.
- Tal vez. ¿Cuándo te volveré a ver?.- pregunto la chica mientras se ponía su vestido.
- Pronto, es un hecho.- respondió el chico con decisión.
La pareja salió de aquel lugar poco antes de las seis de la mañana, con el crepúsculo encima, caminaron por última vez hasta la hacienda de los padres de Marián.
Como todo un caballero Miguel escolto a Marián hasta su habitación, el joven le dio un tierno beso en la frente a la chica y esta entro a su cuarto sin que nadie se diera cuenta de que no había pasado la noche allí.
Después de una noche tan intensa, Marián cayo en un profundo sueño que la mantuvo inactiva hasta pasado el medio día, para cuando ella salió de su cuarto, los García ya se habían ido.
- Miguel mandó sus disculpas por no poder despedirse.- dijo Amelia al encontrarse con su hermana.
- Gracias, Amelia.- respondió Marián sin inmutarse. A la hermana le pareció muy extraño dicho comportamiento. No los entiendo, pasaron todo el fin de semana juntos, pero ni siquiera se despidieron uno del otro, ¿Por qué?.- pregunto Amelia. Marián la miro con ternura e intento explicarle.
- Amar es liberar.- respondió ella, suspirando.
Después de que el circo se fuera, todo volvió a la normalidad, Rogelio regreso a sus labores en la marina, Amelia y Marian también regresaron al internado. Marian se encontraba con el semblante mas tranquilo y con la conciencia transparente, pues antes de salir del cuarto ella y Miguel acordaron darle gusto a las familias manteniéndose al margen uno del otro pero también continuarían con su romance sin decir nada a nadie, pues no querían que nada ni nadie interfiriera entre ellos de ninguna manera, esta vez, no estaban dispuestos a exponerse. Aquella noche, Miguel prometió que se volverían a ver pronto.
Fin capítulo 3.
CAPÍTULO IV
Unos meses después, la familia Martínez tuvo la dicha de celebrar la culminación de estudios de Marián en el convento de la Rosa. Después de asistir a los eventos que organizo el convento para las recién egresadas, los padres de Marián la llevaron a cenar juntos a toda la familia. Irene y Vicente eligieron el restaurante favorito de su hija para celebrar su graduación.
- ¡Muchas gracias por todo papi chulo!.- dijo Marián agradeciendo por la comida.
- ¿Cómo te sientes hija querida?.- pregunto la madre.
- ¡Feliz!, muy feliz mami chula de por fin haber terminado mi estadía en ese lugar.- confeso la chica.
- Tu padre y yo estamos muy felices por ti Marián. Has concluido tus estudios y ahora si, estas lista para conseguirte marido. Uno de los hijos de don Páramo no ha dejado de preguntar por ti desde que te fuiste.- agrego la madre. Marián no le agrado nada lo que escucho, la miro con molestia y un ambiente tenso se apoderó del entorno por unos segundos.
- Bueno al menos tú ya le diste gusto a mi madre. Yo apenas empiezo.- dijo Amelia desanimada.
- Se te va a pasar el tiempo de volada, Echale ganas Amelia.- dijo Marián dándole la espalda a su madre.
Después de la cena, la familia regreso a casa, Marián se despidió de todos personalmente. A su padre le dio dos fuertes abrazos, este último acto extraño a Vicente, pero no hizo ningún comentario la respecto. Amelia acompañó a la hermana mayor hasta su cuarto, al entrar, llamo su atención una pequeña maleta que se encontraba a lado de la puerta.
- ¿Qué hace eso allí?.- pregunto Amelia señalando la maleta. Marián miró aquel objeto con curiosidad.
- ¡Ah, eso!.- exclamo Marián con una sonrisa nerviosa. La saqué para limpiarla, estaba muy sucia.
- ¡Está bien! Te dejo descansar, buenas noches.- agrego Amelia.
- Hasta mañana, ¡mami chula!.- respondió Marián y escolto a su hermana hasta la puerta de su cuarto.
Marián regresó a su cuarto con la intención de descansar. Sin embargo, la chica se llevó una gran sorpresa cuando al regresar a su habitación se encontró al interior de esta con Miguel, de pie, a lado de su cama, sujetando un ramo de flores en una mano.
- ¡Felicidades, amor!.- exclamo Miguel, extendiéndole el ramo de flores. Marián inmediatamente se dirigió hasta su encuentro.
- ¿Qué haces aquí?.- pregunto Marián sorprendida mientras le recibía con los brazos abiertos.
- Es un día importante, tenía que estar aquí.- respondió Miguel. Una disculpa por lo de la maleta, tuve que ocupar su lugar en tu armario cuando las escuche acercarse. Argumento él, la chica lo miro con curiosidad. Encuéntrame al final del corredor principal en diez minutos.- agrego Miguel y salió del lugar por la ventana.
Marián miró con incredulidad como Miguel se perdió detrás de la ventana de su habitación. Una vez con Miguel fuera de la habitación, Marián se quitó la ropa de fiesta que llevaba y las cambio por ropa más cómoda. Mientras se preparaba para salir, los recuerdos de la última noche con Miguel se le vinieron a la mente. Aquella noche había sido tan especial y sincera. Marián se reunió con Miguel, quien ya hacia en la puerta de la calle, a punto de salir. Al verla llegar, Miguel recibió a su amada con un fuerte, largo y cálido abrazo que ella respondió con un tierno beso en sus labios.
- ¡Gracias por venir!.- dijo Marián finalmente. Mientras le rodeaba con sus brazos. Miguel le sonrió.
- ¿Cómo te sientes?.- pregunto el joven emocionado de verla.
- ¡Libre!.- exclamo ella. Miguel la miro con atención y el silencio se hizo presente por unos segundos.
- Ya eres libre, mi amor.- dijo el joven emocionado.
- Si, aunque sabes a pesar de todo, agradezco haber estado en ese lugar. Siento que, me hizo valorar más mi vida, mi entorno, lo privilegiada que soy por el simple hecho de respirar y estar rodeada de las personas que quiero.- agrego la chica.
- Renaciste mi amor, estoy orgulloso de ti.- respondió Miguel y le dio un abrazo. ¿Qué crees?. Los integrantes de Las tres Marías fueron invitados a dar un show en el palacio de la Reina de Inglaterra.- ambos celebraron con emoción ante aquella noticia.
- ¡Felicidades, cariño! Me da mucho gusto por todos ustedes.- afirmo Marián, compartiendo la misma emoción de Miguel.
- Gracias. Después de visitar el palacio, mis padres quieren empezar a hacer una gira por algunas partes de Europa, ¿Puedes creerlo?.- dijo Miguel entusiasmado.
- Eso está increíble, me da mucho gusto.- respondió Marián compartiendo el mismo entusiasmo. ¿Cuándo se van?.- pregunto.
- Mañana por la tarde.- esta respuesta sorprendió a la chica.
- ¡Wow!.- agrego Marián sorprendida, acto seguido, sus ojos se le llenaron de lágrimas y le dio un cálido abrazo. Gracias por venir a despedirte mi amor.- afirmo la chica, mientras lo sujetaba fuertemente entre sus brazos.
- Marián, presta atención.- respondió el joven con tono de seriedad. Ahora que eres “libre” y también mayor de edad, quiero ser honesto contigo. Me sentiría muy afortunado si compartieras esa libertar contigo.- agrego el joven sujetándola de las manos. ¡Ven conmigo a Europa, mi amor! ¿Qué dices?.- agrego Miguel invitándola a salir de la hacienda.
- ¿Qué?.- pregunto la chica completamente incrédula. Aquella propuesta la tomo completamente por sorpresa.
- Yo sé que es muy loco, y precipitado. No puedo llevarte a dar una vuelta por el universo, pero a cambio, te ofrezco toda una vida recorriendo el mundo, juntos, Europa podría ser el inicio de.- agrego Miguel.
- No lo sé, Miguel, esto es tan precipitado y romántico. Simplemente no sé que decir.- agrego Marián con incredulidad.
- Escúchame bien amor, voy a cerrar los ojos y contaré hasta diez y tú podrás elegir entre darte la vuelta o venir conmigo. Marián lo miro con los ojos llenos de lágrimas.
- Miguel, por favor.- replico ella afligida. Miguel la tranquiliza con un beso en la frente. Pase lo que pase, mi amor por ti se quedara intacto, como todos estos años.- añadió ella.
- Si decides huir, que sea conmigo.- agrego Miguel y cerro los ojos.
Miguel empezó a contar lentamente; diez, ella lo sujeta con ambas manos, él puede escuchar sus sollozos; nueve, él siente su respiración acercarse lentamente; ocho, ella le da un beso, él escucha su corazón palpitar, fuertemente; siente, él siente como sus manos lo sueltan, el aroma de ella sigue presente; seis, ella se da un paso hacia atrás, él ya no escucha su corazón; cinco, él ya no percibe su aroma; cuatro, ella suspira entre sollozos, él ya no siente su respiración; tres, él sigue contando, paciente; dos, el silencio se apodera del entorno; uno, Miguel abre los ojos.
Fin.
© 2020 Detrás del cristal.
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