Hablando de mi nombre, ¿Maria del Rosario?

Maria del Rosario, ese fue el nombre que mis padres eligieron para mí, o mejor dicho mi padre; él relata que cuando llegó al cuarto de los cuneros le pareció lindo ver a muchos bebes recién nacidos de diferentes etnias, colores de piel, incluso un par de hermosos bebes de ébano, todos juntos, formados en sus respectivos cuneros, uno a lado del otro.

Relato que los lloriqueos de uno de los bebés de los cuneros en una de las equinas del cuarto llamo su atención. Aquel recién nacido lloraba con tal fuerza, que sus incómodos llantos llegaron a hartarlo y en ese momento él se dijo así mismo: ojalá ese chillón no sea “la mía”, y, aquella fue la primera vez que mi padre me escucho llorar.

A sus 22 años, mi padre se encontró con una bebe de tés morena, facciones delgadas y ojos verdes.

“Eras la más fea en los cuneros, hija”.—

Me decía mi padre, cada que se acordaba sobre el día que nací.

Desde los primeros años que tuve conciencia, recuerdo que no me gustaba mi nombre, lo sentía aburrido, tedioso y poco atractivo. Tenía una vecina odiosa un poco más grande que yo que para mi suerte se llamaba Rosa y para variar a mi familia le gustaba hacerme enojar llamándome “como la vecina” en lugar de mi nombre completo, Rosario.

Sin embargo, solo fue el inicio de un sin fin de derivados de mi nombre: Yo era Chayo en la escuela media, Charito me decían las personas mayores, me llamaban Ross en la universidad, para mis tías era Rosie y en mi antiguo trabajo me llamaban Charie; y mis actuales compañeros de trabajo me llaman Maria, con tantos derivados de mi nombre le fui agarrando cariño.

Cuando cuestione a mis padres ¿por qué habían elegido un nombre tan largo?, mi papá argumentó que solo lo había elegido porque lo había escuchado y le gusto. Por su parte, mi mamá me platico que cuando supieron que esperaban una niña eligieron dos nombres: Polet o Montserrat, pero una vez en el hospital, al llenar el papeleo por alguna razón mi papá cambio el nombre a Maria del Rosario y a mi mamá, le gusto mucho ese cambio por su significado.

Mi nombre se compone de diferentes origines; Maria viene del hebreo y significa “amada” o “la elegida de Dios”, mientras que Rosario tiene su origen en el latín y significa “rosal” o “guirnalda de rosas”. El nombre junto vendría siendo algo como “guirnalda de rosas elegida por Dios”.

Ahora que me encuentro en una edad en la que yo considero más madura, mi nombre ya no me molesta, al contrario, a pesar de todo me gusta mucho, siento que tiene mucha fuerza y encaja completamente con mi personalidad.

Como anécdota final confieso que al principio me sentí un poco decepcionada con los orígenes de mi nombre, pues realmente no había un gran trasfondo detrás del ¿por qué?, o eso creí yo hasta hace poco. Particularmente, en una de mis últimas visitas en casa de mis padres, cuando en una de esas tantas pláticas que teníamos entre familia, cierta tarde mi abuela paterna termino hablando de la adolescencia de sus hijos y casi para el final de la plática, menciono algo interesante y revelador… ¿Cómo creen que se llamaba una de las exnovias de mi padre?.

¿Te ha pasado algo similar? Platícame tu experiencia en los comentarios, ¡gracias por tu visita!.