El Barrio Del Mercat

HISTORIAS SIN CONTAR

SINOPSIS

Relató breve que narra el particular encuentro entre un estudiante llamado Francisco, y Alicia, una simpática chica lugareña, mientras ambos esperaban el transporte en el andén de alguna de las calles de Valencia, España, en su último día su vida personal del chico. Después de compartir gran parte del día con el otro, ¿A dónde los conducirá todo esto?.

Este relato narra la particular experiencia que vive Francisco, al encontrarse con una particular y simpática chica cuya personalidad es difícil de ignorar.

CAPÍTULO I

La alarma del despertador sonó a las 7:15 a.m., la hora ideal para levantarse de la cama y empezar el día. Me tomaré 15 minutos más.- se dijo Francisco asimismo y apago la alarma; había pasado la noche entera estudiando y sitio merecer unos minutos más de descanso. La segunda alarma sonó a las 8:15 a.m, al escucharla el joven se levantó en un solo movimiento, se dirigió hacia el baño aun medio dormido y tomo una ducha exprés, posteriormente se vistió con ropas semi formales y como detalle final, el joven decidió usar un reloj plateado en la mano izquierda, objeto heredado de su abuelo fallecido unos años atrás. Minutos después, Francisco preparo su mochila; tomo algunos libros, las llaves de su casa, el teléfono, la cartera y una vez preparado, se dirigió hasta la cocina, tomo un jugo de la nevera y una banana, desayuno a prisa y salió de casa. Eran las 8:35 a.m. para esa hora, el joven ya tenía que estar en el andén donde regularmente tomaba el autobús, pues este pasaba cada 35 minutos.

El chico salió corriendo de su casa, avanzo lo más rápido que pudo hasta el andén, pero al llegar se detuvo en seco solo para mirar con incredulidad cómo se alejaba el autobús de las 8:45 a.m. Francisco miró con su cartera con frustración, ir en Taxi no era opción con el poco efectivo que llevaba consigo, resignado y sin mucho que hacer, se dispuso a esperar el siguiente autobús, el cual pasaría a las 9:25 a.m. se sentó en una de las bancas, saco de su mochila un libro; busco sus audífonos, pero no los encontró, recordó que los había dejado en el buró cerca de su cama. Qué mala suerte.- dijo en voz baja, pensó también en ir corriendo a casa por ellos, sin embargo, no quiso arriesgarse a perder un segundo autobús, apenas y tenía el tiempo suficiente para ir a la plaza para recoger una sortija para su novia, Iris, ella llegaría de visita junto con su familia ese mismo día para celebrar su tercer aniversario. Francisco había planeado muy bien aquel día; se reuniría con ella a medio día para almorzar, después, Iris le acompañaría en su examen profesional y para cerrar aquel día, una cena especial.

Iris y Francisco se habían conocido en la Universidad de Valencia cuatro años, cuando empezaba el primer año de su carrera, salieron por un par de meses y se hicieron novios justos el día de la graduación de ella, casi un año después de conocerse. Un par de días después de iniciar su relación Iris se regresó a su país de origen con la promesa de esperar por Francisco en su país natal y por su parte, Francisco le prometió regresar a ella una vez consiguiera graduarse para empezar una vida juntos. Ambos supieron manejarse en el transcurso del tiempo, Iris visitaba a Francisco por unos días un par de veces al año y Francisco hacia lo mismo cada que podía, todo fluía con mucha facilidad entre ambos, él no era dominante y ella tampoco demandaba mucho.

Gracias a un intercambio escolar en la universidad el joven proveniente de uno de los países latinos de América se había mudado a España para estudiar negocios internacionales, en todo ese tiempo aquel joven tuvo la oportunidad de conocer mejor aquel país extranjero y sin darse cuenta, poco a poco le fue agarrando cariño también, Valencia era linda, igual que su gente, y él se acostumbró tanto y tan rápido que ni siquiera se dio el tiempo para extrañar su ciudad natal. Francisco no pudo evitar sentir nostalgia al sentir que estaba a punto de abandonar aquella hermosa cuidad y a todos aquellos que había conocido: las nuevas amistades, los lugares recurrentes, la nueva familia que había formado, una parte de él no quería despedirse de esa maravillosa cuidad, pero, habían pasado cuatro años y su tiempo en España estaba a punto de terminar, pronto se graduaría y tal como lo dijo regresaría con Iris a su país de origen para cumplir su promesa de estar con ella.

El día del examen titulación había llegado, él presentaría a su prueba final en punto de las 3:00 p.m. en la universidad de Valencia, España; si lo aprobaran, automáticamente se graduaba, de lo contrario tendría que esperar meses para un segundo intento, Francisco se sentía optimista, confiaba en su trabajo y sabía que lo pasaría, había pasado semanas estudiando, conocía muy buen el tema a exponer y además, era bueno debatiendo, para aquel joven aquel día nada podía salir mal, se sentía confiado y listo para todo lo que llegaría a su vida.

Para pasar el tiempo, mientras esperaba el próximo autobús, Francisco se dispuso a leer aquel libro que previamente había sacado de la mochila, leyó tranquilamente por unos minutos hasta que el aroma de un perfume le interrumpió haciéndole voltear automáticamente hacia donde provenía el olor. Al otro lado de la banca, se había sentado una chica muy peculiar; vestida con una falda amarilla con grandes puntos blancos con tenis, cabello pelirrojo sutilmente enganchado a un pañuelo que hacían juego con su labial y como detalle final unos hermosos ojos detrás de unos lentes circulares que le hacían ver con mucha personalidad. La joven sacó de su bolsa un libro pequeño, una libreta con su bolígrafo y unos grandes audífonos rojos que coloco alrededor casi inmediatamente, la joven leía y escribía, sin aparentemente prestar atención a su alrededor.

CAPÍTULO II

El joven se quedó intrigado con tan sublime personaje, la chica de a lado se le hizo muy linda; la miro con curiosidad por varios segundos, hasta que esta levanto la mirada y lo descubrió mirándola. Al sentirse descubierto Francisco se agachó en seguida, se puso rojo, pero intentó no darle importancia y continuo en su lectura, pero le fue imposible volverse a concentrar, puesto que chica le causo mucha intriga, se preguntaba sobre ¿qué podría estar leyendo y escribiendo?. ¿Tarea?, ¿Pasatiempo?, repentinamente, la chica volvió la mirada hacia dónde Francisco, prestando atención al libro que este sostenía entre sus manos.

El transporte llegó con unos minutos de anticipación, en cuanto se abrieron las puertas, Francisco subió al autobús y se sentó en uno de los últimos asientos, de lado de la ventana, la chica se subió un par de minutos después y se sentó a su lado. ¿Y esta qué?.- pensó Francisco; intento volver a su lectura, pero el volumen de la música en los audífonos de la chica le distrajo, la chica estaba escuchando a uno de los mejores cantantes y compositores que Argentina vio nacer, según el criterio del chico y resulto ser una grata casualidad coincidir con alguien que le gustase ese tipo de música.

  • Es una pena que haya fallecido.- pensó Francisco en voz alta.
  • Me hubiera flipado presenciar alguno de sus conciertos.- respondió la joven. A Francisco le sorprendió que esta lo hubiese escuchado, la joven se retiró los audífonos. ¿Y tú, pudisteis conocerle?.- pregunto la chica.
  • No.- respondió el joven.
  • Bueno, algún día nos reuniremos con él.- dijo la joven levantando la mirada. Francisco afirmó con la cabeza. Es inevitable.- añadió con una tímida sonrisa.
  • No sé tú, pero yo puedo esperar, no hay prisa.- respondió Francisco en tono sarcástico. ¿A dónde vas?.- le pregunto a la joven.
  • Rumbo al barrio del Mercat, ¿tú?.- pregunto la joven. Francisco sonrió.
  • Al barrio del Mercat.- respondió él. La chica le miro con perplejidad.
  • Joder tío, así empiezan todos los acosadores en las series, ¿Acaso estáis acosándome?.- pregunto irritada. Francisco la miró a los ojos.“Every breath you take, every move you make, every step you take, I’ll be watching you”.-respondió el joven cantando.
  • Ella al escucharlo sonrió. The Police.- respondió la chica con una sutil sonrisa y apago su reproductor de música. ¿Cómo te llamas?.- pregunto ella.
  • Francisco, mucho gusto.- dijo el joven extendiéndole la mano.
  • Es un placer Francisco, Alicia.- dijo la chica estrechándole la mano.
  • El placer es mío, Alicia.- respondió él.
  • Por cómo habláis imagino que no eres de por aquí. Francisco le pareció gracioso aquel comentario. Dime, ¿qué te trajo a España?.- pregunto la joven con curiosidad.
  • ¿Es tan obvio?.- pregunto el joven, ella afirmó con un gesto. Estoy aquí de intercambio, si todo sale como espero, en un par de semanas regreso a mi país.- respondió el joven. ¿Y tú?.- añadió.
  • Valencia es maravillosa, no entiendo ¿Por qué te queréis ir?.- pregunto ella. Francisco lo pienso por unos segundos.
  • Ahora que lo pienso, no tengo ninguna razón fuerte, de hecho la ciudad y el ambiente son de mi agrado, pero, yo solo vine por estudios y mi tiempo aquí se ha terminado, supongo.- dijo Francisco un poco entristecido.
  • Dicen por allí que no hay fecha que no se llegue, ni plazo que no se cumpla.- citó Alicia.
  • Así es.- respondió el joven. Tengo que admitir que me encantaría seguir experimentando un poco más Valencia.- Añadió el joven.
  • Pues yo soy aquí desde que nací.- dijo la joven.
  • Tienes razón, es muy bonita tu ciudad.- añadió Francisco.
  • Es hermosa, deberíais considerar la opción de expandir tu estadía por aquí. En fin, dime, ¿Qué otros lugares conoces?.- pregunto ella.
  • ¿En general?.- pregunto el joven. Ella afirmó con la cabeza. Bueno, aquí conozco Valencia, Madrid, Barcelona. De América conozco algunos estados de México, Estados Unidos y Colombia, y ¿tú?.- pregunto él.
  • Yo le he dado la vuelta al mundo en ochenta días.- respondió la joven. ¿Y qué estudiáis?.- pregunto la chica.
  • Negocios internacionales.- y tú?.- pregunto él.
  • Estudio lenguas muertas, como el Latín.- respondió ella.
  • No sabía que el Latín era una lengua muerta.- Dijo Francisco con incredulidad.
  • Has escuchado hablar a gente en latín?.- pregunto Alicia.
  • No.- respondió él. Alicia lo miró con perplejidad.
  • Exacto.- dijo la joven, y se levantó de su asiento. Llegamos.- añadió.

Los jóvenes descendieron del autobús y continuaron con su conversación mientras se dirigían a la plaza del Mercat. Francisco miró su reloj y al notar que tenía el tiempo a su favor se ofreció a acompañar a su nueva amiga, esta acepto sin mayor problema. Francisco y Alicia caminaron hasta una biblioteca que se encontraban a unas calles de la plaza una vez allí, esta le pidió al joven esperar en la sala de lectura, mientras ella fue a hablar con uno de los encargados del lugar.

Francisco se sentó a esperar, desde su lugar podía ver a Alicia hablando con un hombre de edad avanzada, sus gestos dejaba ver su pasión por lo que hacia, el cuidado que tenía con los libros que llevaba con ella. La chica entregó algunos libros y escritos y a cambio, recibió un par de libros más. Después de eso, la joven se dirigió hasta donde se encontraba su nuevo amigo y acto seguido, los jóvenes salieron del lugar.

  • ¿Exactamente, a que te dedicas?.- pregunto Francisco intrigado por lo que había visto en la biblioteca.
  • Me dedico a muchas cosas, pero últimamente.- dijo señalando la biblioteca. Me he enfocado en la traducción de textos del latín a español.
  • ¿Es aburrido?.- preguntó Francisco.
  • Al contrario, es muy guay, a mí me va perfecto. Me encanta leer y ahora, los libros que más han nutrido mi conocimiento son los que he traducido del latín, he aprendido infinidad de cosas.- dijo la joven orgullosa. Francisco la miro sin entender muy bien, pero le agradaba ese aire de seguridad en sus palabras, dejaba ver lo mucho que disfrutaba lo que hacía.
  • Bueno, ¿qué sigue en su agenda, señorita?.- pregunto Francisco.
  • Yo ya he terminado mis pendientes por ahora y tengo clase hasta as 6:30 a 9:30 p.m. así que, decidme ¿a dónde nos dirigimos ahora?.- pregunto la joven llevándose ambas manos a la cintura. Francisco vio su reloj nuevamente.
  • Son las 10:30 de la mañana, mi examen es a las 3:00 p.m a unas calles de la plaza, almorzaré con Iris a medio día así que tengo hora y media para ir a recoger algo a la joyería que está en el centro de la plaza. ¿Me acompañas?.- pregunto el joven.
  • Vale, vamos.- respondió la chica.

Sin perder el hito de la conversación los jóvenes caminaron hasta el centro de la plaza del Mercat, una vez allí, se dirigieron hasta la única joyería que se encontraba en el sitio. El lugar era muy elegante, tenía todo tipo de joyas, perlas de varios tamaños, piedras preciosas y diamantes. Francisco se dirigió hasta el mostrador, al llegar una joven de aspecto simpático se acercó hasta él y le ofreció su ayuda, el joven saco un pequeño recibo en papel que le entrego a la chica, al verlo detenidamente la joven se dirigió hacia el área interna de la joyería, minutos después regreso con una pequeña bolsa en mano que le entrego junto con su recibo marcado con un sello de entrega.

CAPÍTULO III

A la chica le dio curiosidad, pero no hizo preguntas, mientras iban de salida, el joven le invito un café a Alicia, esta acepto. Se dirigieron hasta la cafetería más cerca y tomaron asiento en una de las mesas al aire libre, apenas eran las 11:00 de la mañana y hacia un día precioso. La joven se pidió un chocolate caliente que decidió acompañar con un emparedado, Francisco ordeno un café americano y un par de galletas. Los jóvenes pasaron un buen rato degustando sus bebidas y entre plática y platica, perdieron la noción del tiempo.

  • Madre mía, que hora es?.- se preguntó Francisco mientras buscaba su teléfono en su mochila, pero no lo encontró. Alicia miró extrañada como el joven buscaba de manera desmesurada.
  • ¿Lo habréis tirado?.- pregunto Alicia mientras sacaba su teléfono de su bolsa. Dame tú número, te llamo.- añadió.

Francisco le dicto el número, una vez entro la llamada, el teléfono empezó a vibrar en su pierna izquierda, el joven había olvidado revisar sus bolsillos. Inmediatamente, Francisco reviso su dispositivo solo para darse cuenta de que no tenia llamadas ni mensajes pendientes, esto le extraño, se disculpó con Alicia y tomo su distancia para hacer una llamada. La joven no tuvo problema con esperar. Minutos después el joven llego con un aire de molestia.

  • ¿Cuál libro leéis?.- pregunto la joven. Francisco se quedó frío al escucharla.
  • El quijote de la mancha.- respondió el joven tímidamente.
  • ¡El quijote!, Joder, ¿Es en serio?.- pregunto la joven con frustración mientras se acercaba a él.
  • ¿Lo has leído?.- pregunto Francisco, mientras cerraba el libro.
  • Ostia es un clásico que nos hacen leer desde el tercer grado. ¿Qué no te lo han dado a leer el cole?.- pregunto la chica.
  • Solo la versión corta. Pero esta.- dijo el joven señalando su libro. Esta es la versión original. ¿Y qué os parece?.- pregunto ella.
  • Muy interesante, aunque algo complejo de leer, llevo tres capítulos y como cien mil palabras rebuscadas.- respondió el joven llevándose una mano a la cabeza.
  • Aprenderéis mucho de ese libro, os lo prometo.- aseguro la chica con optimismo.
  • Ya lo veremos. Y tú, ¿Sobre qué tanto escribes?.- pregunto el joven, señalando el cuaderno de la chica.
  • Estoy traduciendo unos textos.- respondió la chica y agacho la mirada, se puso los audífonos y volvió a sus notas.
  • Una disculpa amiga, tenía qué hacer una llamada.- dijo Francisco, un poco irritado.
  • ¿Estáis bien?.-pregunto Alicia, al ver el cambio de humor tan drástico del chico.
  • Si, todo bien. Esperaba a alguien, pero, no podría venir.- respondió decepcionado. Alicia se empatizó con él al verlo con el ánimo bajo.
  • Vale, no le des mente.- respondió la joven a modo de consuelo. Pero joder tío, aprovecha mi compañía, solo Dios sabe si volveremos a coincidir.- dijo Alicia cambiando de tono. Al escucharla Francisco no pudo evitar sonreír, le agradaba su sentido del humor.
  • Tienes razón, ¿A dónde nos vamos?.- dijo el joven después de pagar la cuenta en el café.

Al salir de la Cafetería, Alicia camino hasta una de las bancas de la plaza, tomo asiento y guardo silencio por un momento, Francisco se sentó a su lado en silencio, presto atención a Alicia quien parecía muy cómoda mirando aparentemente hacia la nada. En ese momento, Francisco se cuestionó sobre lo que estaba viviendo en su presente. Alicia era muy linda, le pareció una chica con mucha personalidad, encantadora era inteligente y además, una muy grata compañía, en este momento, se sintió afortunado de conocerla, le agradaba y extrañamente, no quería despedirse de ella.

  • Y entonces, negocios internacionales eh, va contigo.- dijo Alicia finalmente en tono sarcástico.
  • Se me facilita mucho, soy bueno con los números y buen administrador, es un don.- respondo el joven hilarante.
  • Estábamos cómodos en la cafetería, porque quisiste venir a sentarte justo aquí?.- pregunto.
  • Por qué aquí, somos invisibles.- dijo Alicia con seguridad en sus palabras. Al escucharla Francisco la miró extrañado.
  • Ah sí, ¿Cómo es eso?.- pregunto el joven con curiosidad.
  • Cada que vengo, me siento y observo a las personas. Me gusta pensar qué tipo de retos o dilemas enfrentan y como yo los enfrentaría en su lugar.- dijo la chica.
  • Suena interesante y raro a la vez.- dijo Francisco sin entender muy bien el concepto de Alicia.
  • Lo es. Pero si lo piensas detenidamente, tú y yo ahorita, aquí sentados inertes en el medio como perdidos en la ciudad. Solo observa tu alrededor.- dijo ella, al escucharla, Francisco observo su entorno; personas iban, venían, subían, bajaban, todos en movimiento, sin prestar atención a nada que no fueran sus asuntos. Aquella perspectiva le pareció interesante al joven. Lo ves, somos los únicos en notar el caos, como si me detuviera en el tiempo en nosotros para poder ver la vida de todos pasar, sin que nadie lo note.- añadió ella.
  • Muy parecido a ser invisible, supongo.- dijo Francisco sonriendo.
  • Exacto.- respondió ella complacida.
  • A ver, la joven que va allá.- dijo Francisco señalando a una chica que iba caminando del otro lado de la calle jalando una pequeña maleta de viaje con una mano y sujetando un teléfono en la otra. ¿Cuál supones que es su historia?.- pregunto.
  • Se acaba de graduar del colegio, y además, consiguió una beca para estudiar en Dublín. Ahora mismo va en camino al aeropuerto. No deja de mirar la hora en el teléfono, lo más probable es que se haya prolongado la despedida con sus parientes y ya vaya un poco tarde, pero si llega.- respondió la joven de manera tan espontánea y natural que el joven no pudo hacer más que mirarla con asombro, sin duda, cada vez le sorprendía más.
  • Que una buena eres.- Dijo Francisco sorprendido. Al escucharlo Alicia sonrío.
  • Gracias. Es tu turno, ¿Cuál es la historia del tío de allá?, el del jersey marrón.- pregunto Alicia señalando a un señor de unos treinta y cinco años que estaba sentado frente a ellos.
  • Este buscaba minuciosamente dentro de un pequeño maletín. Se ve cansado. Lleva años trabajando para la misma compañía. Conquisto todos los puestos, se volvió la mano derecha del dueño, pero justo hoy, de camino a casa le llamaron para decirle que necesitan urgentemente un documento que él jura dejo en la oficina. Lo está buscando, pero en efecto, el documento no está en su posesión. Y es ese el momento en el que se pregunta ¿hacia dónde lo conduce todo eso?.- dijo Francisco dando su mejor esfuerzo. Alicia lo miró con empatía.
  • No estuvo mal.- respondió Alicia con agrado. Vale tío, aquella pareja, la de los globos.- dijo Alicia señalando hacia el otro lado de la plaza, donde yacía una parejita de jóvenes quienes aparentemente estaban discutiendo, tenía la palabra la joven quien no paraba de hablar y señalar, por su parte el chico que le acompañaba permanecía en silencio, mirando hacía la plaza, escuchando a la joven de manera pasiva.
  • Ah, eso, es simple. Ella tuvo la culpa.- dijo Francisco con un poco de coraje en sus palabras.
  • ¿Por qué lo asumís, tío?.- pregunto ella, interesada en la respuesta.
  • Como lo veo, ella se está justificando por algo, puede ser cualquier cosa; haberlo déjalo esperando por horas o no haber llegado. Pero si lo notas, él está tranquilo, sabe que no sirve de nada discutir, como siempre, solo se limita a escuchar todo lo que ella tiene que decir, pero en realidad no está prestando atención, más bien, se pregunta ¿si vale la pena?.- dijo el joven sin dejar de observar a aquella pareja. Alicia le escucho atenta, le sorprendió un poco, pero no sé inmuto.
  • Sí, aquel tío no está prestando ni una pizca de atención. Más bien, yo veo a una joven intentando de captar un poco de interés, no sé, puede que esté intentando de hacerle entender que tienen diferentes maneras de ver la vida. Pero parece inútil, pues tú ya lo dijiste, él esta solo en materia, pero su cabeza anda por otro lado, no presta atención, tal vez porque no le interesa. Cuestión de perspectiva- dijo la chica guiñando un ojo. Francisco se quedó impactado.
  • Segundos después, el teléfono de Francisco sonó, este se disculpó breve y nuevamente, se alejó para responder la llamada. Alicia se quedó esperando en el mismo lugar, en silencio, observando su entorno. Unos minutos después Francisco regreso, un poco irritado.
  • ¿Está todo bien?.- pregunto Alicia.
  • Todo en orden. Ya casi son las 3:00 p.m. y mi examen profesional es 3:30 p.m. Tengo que prepararme, ¿Gustas ir?.- pregunto el joven con nulo entusiasmo.
  • Joder tío con esas energías que te cargas, ni ganas dan. Pero estáis de suerte. Vamos.- dijo la joven y lo tomo del brazo. A Francisco le pareció extraño, pero no comento nada, camino del brazo de ella hasta llegar a la escuela.

Una vez llegando a la universidad, Francisco llevo a Alicia hasta la sala de exposición donde este presentaría su examen y le pidió esperar unos minutos.

CAPÍTULO IV

El joven se fue al baño de hombres donde cambio sus ropas por un traje sastre gris Oxford, que acompaño con una camisa negra, cinturón y zapatos del mismo color; mojo un poco su cabello y se lo acomodo a modo de verse más presentable. Una vez listo, se tomó un par de segundos para verse al espejo, y en ese momento pensó en su presente, no había pensado en su examen en todo el día. Francisco estaba completamente despejado, curiosamente no se sentía nervioso ni presionado por aquel examen, saco su teléfono de la mochila y lo puso en silencio, después, salió rumbo a la sala de exposición, al llegar la sala estaba llena de todos sus profesores y algunos compañeros de clases.

Alicia se sorprendió al ver a Francisco entrar por la puerta principal, aquellas ropas lo hacían ver interesante, pero lo que más llamo su atención fue el reloj que destacaba sutilmente de una mano izquierda, al verla Francisco la saludo desde lejos y al notarlo un par de compañeros de este voltearon hacia donde ella. Alicia pudo percibir a un par de personas mirándola con curiosidad, pero no le dio importancia.

El examen esperó a la hora acordada, no duro más de media hora, durante la exposición, los moderadores fueron muy meticulosos, pero la astucia de Francisco fue mayor. Al final de la exposición el joven obtuvo un resultado aprobatorio y con este oficialmente quedo graduado de la universidad de Valencia. Una vez finalizada la exposición, algunos compañeros se acercaron a felicitar al joven, poco después se acercó Alicia, le felicito con un abrazo y después le dio una hoja de papel cuidadosamente doblada.

  • Lo leeréis después.- dijo Alicia mientras le entregaba aquel papel. Por cierto, bonito reloj, muy sutil.- añadió ella guiñándole un ojo.
  • Gracias, es un regalo de mi abuelo, su herencia, mi legado.- respondió Francisco, mirando aquel objeto. Posteriormente, tomo cuidadosamente aquel papel y lo guardo en una de las bolsas de su saco. Alicia lo miro con asombro, le pareció muy linda su manera de expresarse, pero antes de poder decir algo, un par de compañeros se acercaron hasta donde se encontraban ellos.
  • Felicidades, compañero.- dijo uno de los compañeros.
  • Gracias, Manuel.- respondió Francisco.
  • Ya eres libre hermano.- dijo otro chico.
  • Casi.- respondió Francisco.
  • Lo difícil ya paso, por cierto, Iris es mucho más linda en persona.- dijo Manuel mirando directamente a Alicia. Al escucharlo Francisco sonrío nervioso.
  • Ella no es Iris.- dijo Francisco con risa nerviosa. ¡Qué grosero!, disculpa. – añadió dirigiéndose a Alicia. Les presento a mi amiga, Alicia.- A Alicia se le hizo hilarante.

Alicia se presentó con aquellas personas y charlaron por unos minutos, poco después, ya no aguanto la curiosidad y finalmente pregunto sobre Iris. Francisco le hablo sobre su relación con ella. El joven sintió tal confianza con Alicia que el confeso que aprovecharía que sus padres de ella le acompañaban, para pedir su mano, con ellos presentes. A Alicia le sorprendió bastante conocer el plan del chico, y también pareció muy tierna la manera de planear tan grata sorpresa, tampoco no pudo evitar envidiar a Iris, después de todo Francisco era un buen hombre, de corazón sincero y muy noble, ante los ojos de Alicia, aquella chica era afortunada.

  • Me has dejado perplejo tío, ¿Por qué vais a casarte?.- pregunto Alicia con curiosidad.
  • Porque hasta ahora todo ha funcionado muy bien, me conoce y acepta tal y como soy, y yo la conozco y me siento cómodo con ella, como todas, tiene sus detalles, pero en el fondo es una buena mujer, además, llevamos tres años de relación y ella lo espera, lo sé.- respondió él mirando hacia ninguna parte.
  • No entiendo.- respondió ella confundida. ¿Le pediréis matrimonio por qué lo queréis o solo porque ella lo espera?.- pregunto un poco incrédula.
  • Es más bien, porque no quiero pasar toda no vida buscando.- respondió un poco exaltado. ¿Qué harías tú?.- preguntó el joven un poco irritado.
  • Yo prefiero no buscar, dejo que me encuentre.- respondió la joven con pasividad. Francisco la miro con admiración pues entendía el concepto y en ese momento envidio su perspectiva sobre ciertas las cosas.

Los jóvenes se quedaron en aquel cuarto lleno de personas y continuaron con el juego que habían empezado en la plaza, ambos se inventaron historias divertidas hasta que Francisco finalmente vio entrar a Iris por la puerta principal.

  • Al fin llegas.- pensó Francisco en voz alta al verla entrar a la sala.
  • ¿Quién?.- pregunto Alicia extrañada.
  • Iris.- dijo sin perder a Iris de vista. Espera aquí, enseguida te la presento.- añadió Francisco y camino encontrarse ella.
  • Hola, bonita, ¿Qué tal el viaje?.- pregunto Francisco y le dio un beso en la mejilla. El joven estaba feliz de verla.
  • Pesado, muy pesado; el vuelo se retrasó demasiado, me vine directo del aeropuerto, mis padres han de estar haciendo el Check-in en el hotel en este momento, ¿A qué hora es el examen?.- pregunto Iris sin mostrar alguna emoción.
  • Ya termino, y lo pasé.- dijo el joven entusiasmado, al escucharlo Iris solo frunció el ceño. Por cierto, quiero presentarte con alguien, ¿Vamos?.- pregunto Francisco.
  • ¡Ay no!, vengo muy cansada, lo que menos quiero es lidiar con gente en este momento, si ya terminaste y no tienes nada qué hacer aquí ¿qué más esperamos?.- pregunto Iris un poco irritada.
  • Será muy breve, lo prometo.- insistió Francisco. A Iris no le agrado la idea pero acepto finalmente. Ambos caminaron hasta donde se encontraba Alicia.
  • Alicia.- exclamo Francisco. Te presento a mi novia, Iris.- dijo el joven orgulloso acercándose hasta donde Alicia.
  • Mucho gusto.- respondió Iris con una sonrisa forzada.
  • ¿Cómo estáis, Iris?, Francisco me hablo de ti, pero no me dijo lo linda que eres. Te habéis perdido de una exposición muy interesante. Mucho gusto.- dijo Alicia extendiéndole la mano. Iris la observo, pero no le respondió el saludo, esto puso un poco tenso el ambiente, Francisco al notar la nula cooperación de Iris decidió tomar medidas.
  • ¿A qué hora tienes tu clase?.- pregunto Francisco dirigiéndose a Alicia. Al ver qué Iris ni siquiera fingió interés, Alicia se sintió un poco frustrada.
  • ¡Hostia! Ya casi es hora.- respondió Alicia mirando el reloj. Me tengo que ir.- añadió.
  • ¿Te acompañamos?.- pregunto Francisco. Al escucharlo Iris automáticamente se opuso.
  • No es necesario, no te preocupes. Gracias por la invitación.- dijo la chica refiriéndose a su entorno. Estuvo muy guay la oratoria, y tu habéis estado de maravilla, ¡Muchas felicidades, lo habéis logrado!. Muchas gracias por todo. Nos vemos después.- dijo Alicia y se despidió de ambos.

Alicia abandonó la sala sin mirar atrás, Francisco vio como salía por la puerta principal, al perderla de vista, no pudo evitar sentir. Un nudo en la garganta; solo habían pasado medio día juntos, pero se sentía como si la conociera de toda la vida. Extrañamente sintió el impulso de ir tras ella, dio un par de pasos, pero, Iris le sujeto de la mano.

  • ¿A dónde vas?.- pregunto Iris, con preocupación.
  • A ningún lado. Dijo el joven sin perder de vista la puerta de salida. ¿Nos vamos?.- pregunto segundos después.

A Iris se le iluminó el rostro al escuchar a Francisco, inmediatamente, se alistó para salir del lugar; una vez fuera, esperaron al chofer de Iris por algunos minutos, mientras esperaban; Francisco presto atención a su entorno en busca de Alicia, pero ya no alcanzo a mirarla.

CAPÍTULO V

El chofer de Iris los llevo hasta el hotel donde los padres de ella se hospedaban, una vez allí, los jóvenes pidieron su llave en recepción y se dirigieron a su cuarto. Eran ya las siete de la noche y la recepción en el restaurante era a las 9:30 p.m. con tiempo suficiente, Iris descanso un poco y después tomo una larga ducha, mientras tanto Francisco se quedó sentado en la sala de estar; el joven encendido la TV y puso una película al azar, intento concentrarse en la película, pero le fue inútil, no podía dejar de pensar en la chica con la que había pasado un muy buen día; por una parte se sentía mal por haberla dejado irse sola, el sentir que lo correcto hubiera sido acompañarla, como ella lo hizo. Ni siquiera tuvo tiempo de agradecerle por tan amena compañía, se preguntaba si ¿la volvería a ver?, ¿Cómo buscarla?, al instante, el joven recordó la llamada perdida que Alicia le hizo cuando este no encontraba el celular.

Francisco le mando un mensaje de texto:

  • ¡Hey Alice, es el acosador!, ¿Qué tal la clase?.- Mensaje enviado a las 7:15 p.m.
  • Muy interesante.- Mensaje recibido a las 7:31 p.m.
  • Supongo que estás ocupada.- Mensaje enviado a las 7:35 p.m.
  • Lo estaba, pero ya se ha terminado mi clase, ¿Qué tal la cena?, ¿Te dijo que si?.- Mensaje recibido a las 7:56 p.m.
  • Aún no. La reservación es hasta las 9:30 p.m, ahora mismo estoy en el hotel con Iris. Saldremos para el restaurante después. ¿Y tú, qué andas haciendo?.- Mensaje enviado a las 8:02 p.m.
  • Salí temprano de la “U”, ya he tomado mi transporte hacia casa. Te deseo lo mejor mi amigo, ¡Suerte!.- Mensaje recibido a las 8:55 p.m.

Francisco, Iris y sus padres salieron del Hotel poco después de las nueve de la noche, les tomo unos quince minutos llegar hasta el restaurante donde previamente Francisco había reservado. Aquel lugar era muy elegante, los padres de Iris se quedaron encantados, Iris también parecía complacida. Durante la cena, el padre de Iris aprovecho para hablar con Francisco sobre el futuro de su hija; como cualquier padre, se preocupaba por el bienestar de su hija, este había educado, cuidado y brindado un estilo de vida virtuoso su hija y lo mínimo que pedía era que Francisco mantuviera la calidad en el estilo de vida para ella. Por ello, el padre al enterarse de que Francisco ya era un egresado de la Universidad de Valencia con una carrera en negocios internacionales, le ofreció trabajo en una de sus empresas como director general. Al escuchar la oferta, Iris salto de emoción, agradecido a su padre por el gesto, por su parte, a Francisco le tomo por sorpresa tan buena noticia, tímidamente, agradeció la oportunidad a su futuro suegro. En aquel momento, Francisco recapitulo todo lo vivido en los últimos años en Valencia y a su vez, recordó toda su relación con Iris, se preguntó ¿qué lo llevo a querer estar con ella?, pero no pudo responderse, prestando más atención, cayo en cuenta que, no la conocía, no sabía cuáles eran sus intereses, y tampoco la veía interesada en los suyos, ni siquiera se había interesado por su examen. Él ya no se sentía cómodo con ella, no había conexión, solo un cariño y sentido de deber hacia ella. En ese momento entendió que la vida y las relaciones eran más complejas de lo que él podía comprender en ese momento y se dio cuenta de que no estaba preparado para asumir la responsabilidad del compromiso, la vida en pareja y sobre todo las grandes ligas en el ámbito laboral.

Después de tres años viviendo en la ciudad de Valencia, de haber conocido a su gente, su cultura y después de conocer a aquella joven, gracias a aquel día, Francisco se decidió por seguir probando suerte en Valencia un par de años más y posteriormente tal vez regresar, tal vez no, el joven ya no tenía intenciones de regresar a su país, tampoco quería asumir la responsabilidad de un trabajo que no conocía, pero sobre todo, no quería seguir gastando su tiempo con alguien solo por el tiempo, o por medio a la soledad.

La cena terminó sin eventualidad, Iris se quedó esperando la sorpresa que Francisco le había prometido, después de que Francisco pagara la cuenta, la joven salió del restaurante llena en cólera, subió al carro y empezó a llorar de coraje, pues, en efecto, ella esperaba un anillo de compromiso para su tercer aniversario. Al llegar al hotel, Francisco acompaño a Iris hasta su cuarto, una vez adentro, Iris soltó toda clase de reclamos posibles, la joven alego sentirse desvalorizada y se clavó a sí misma recalcando que cualquier chico sería feliz al estar a su lado. Francisco no emitió comentario alguno, se quedó en calma, escuchando pasivamente mientras ella se desahogaba en él. Una vez la joven termino de gritar, el joven se levantó del sofá, se acercó a ella y le dio un beso en la frente.

  • Esto no tiene sentido, pero tienes razón, no te merezco. Eres una gran mujer, y excelente persona, pero Iris…- Dijo Francisco sujetándola de ambos brazos. Sé lo que esperabas esta noche, pero siendo honestos, no creo ser la clase de hombre con el que quieres compartir tu vida, lo siento.- dijo Francisco con voz quebrada, mirándola a los ojos. Iris lo miro con incredulidad.
  • Viaje con mi familia hasta aquí por ti. Vine por ti. Te invertí tres años de mi vida en ti y así me pagas?.- pregunto Iris entre lágrimas.
  • Lo siento mucho Iris, gracias por estos tres años compartidos. Te deseo lo mejor.- dijo el joven y acto seguido se encaminó hacia la puerta.
  • Eres un malagradecido. No mereces nada de lo que hice por ti. Te odio, lárgate de una vez y no regreses. No te quiero volver a ver jamás, idiota.- dijo Iris eufórica.

Francisco no le dio importancia a las palabras de Iris, de más sabia que hablaba en enojo, pero ya pasaría, además, el rencor era bueno para el olvido. Después de terminar su relación, el joven fue hasta la habitación de sus padres para hablar con ellos, se disculpó por adelantado, y puso al tanto de lo ocurrido con su hija. Amablemente tuvo que rechazar la oferta de trabajo del padre de Iris, argumentado con la decisión de quedarse un tiempo más en Valencia, el padre de Iris agradeció la honestidad del joven y le deseo suerte.

Después de romper su compromiso, Francisco salió del hotel y tomo un taxi a casa. Al llegar lo primero que hizo fue ir a su habitación a cambiarse las ropas; al retirarse el saco cayo al piso un pedazo de papel; era la nota de Alicia. El rostro de aquel chico se iluminó al recordar aquel momento, levanto el papel del piso y leyó su contenido.

“Ha sido una dicha veros lograr esta meta. Sos un buen chico, vive feliz.y si alguna vez decides volver, encontradme por el barrio del Mercat.”.- Alicia.

Sin tiempo que perder, Francisco se puso ropas más cómodas y volvió a salir de su casa, nuevamente tomo un Taxi rumbo a la plaza del Mercat, al llegar se encontró con Alicia sentada en el mismo lugar donde habían estado horas antes, el joven se acercó hasta la chica mirándola con emoción. Al verlo acercarse, una sutil sonrisa se le escapó a Alicia.

  • ¿Y, cómo va todo?.- pregunto Alicia mirándole con curiosidad.
  • Acabo de terminar mi relación con Iris, rechace un buen trabajo, oficialmente estoy graduado y desempleado… y decidí quedarme aquí, supongo que todo va como… ¿Debería?.- pregunto Francisco con incredulidad.
  • ¿Cómo te sentís?.- pregunto la chica mirándolo atenta.
  • Ligero.- respondió.
  • Estáis avanzando.- respondió la chica.
  • Poco a poco.- respondió él.
  • Un día a la vez.- añadió ella. Francisco sonrío.
  • Exacto. Y qué hay de ti, Alicia. ¿Cómo va todo?.- pregunto el joven mirándola con especial atención. Al escucharlo Alicia sonrío con ironía.
  • Vale, pues.- respondió la chica mirándole a los ojos. La he pasado muy guay, hoy he conocido a alguien y pensé que no le volvería a ver pero al parecer, no. Así que, de este lado.- añadió ella señalando hacia sí misma. Todo va de maravilla.- dijo la chica y suspiro sutilmente.
  • Parece ser que fue un buen día para ambos, pero, ¿sabes que lo haría aún mejor?.- pregunto Francisco. Alicia sonrío y asentó con la cabeza.
  • Un café.- respondieron ambos al mismo tiempo.

Los jóvenes caminaron hasta la estación de gas más cercana, compraron un par de cafés y regresaron al mismo lugar en aquella plaza; conversaron amenamente hasta terminar sus cafés, siguieron hablando un poco más, Francisco no quería dejarla y la chica tampoco hacia mucho por irse. Pasada la media noche los chicos decidieron irse a casa, compartieron él mismo taxi hasta llegar a casa de ella, una vez allí Francisco le pidió al chofer esperar un poco, descendió del carro para escoltar a la chica hasta la puerta de su casa, una vez allí se despidieron; después de decir adiós y, antes de que Alicia entrara a su casa, el joven la detuvo, y sin pensarlo, le tomo del rostro delicadamente con ambas manos y planto un tierno beso en la frente y ella tímidamente respondió aquel gesto con un cálido abrazo. Te espero mañana por el barrio del Mercat.- le dijo Francisco al oído antes de regresar al taxi. Alicia le sonrió a modo de complicidad, afirmo con la cabeza y entro a casa.

Fin.

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Historias sin contar,

© Detrás del Cristal.

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